Los tratos agrarios en ejidos certificados.

Procuraduría Agraria, México, 1998, 152 pp.

Pocas veces se ha contado con información veraz, fidedigna y confiable sobre las características del campo y de la población rural. En efecto, la información contenida en los censos de población y los agrícolas y ejidales, así como en los informes periódicos de las diversas dependencias del Estado que tienen que ver con los problemas del agro, de la agricultura y de la vida rural, con mucha frecuencia han sido el resultado de una visión parcial, sesgada en sus apreciaciones y con errores en la metodología utilizada para su obtención, captura y procesamiento.

La falta de información estadística y de su actualización sistemática y permanente hacía difícil adoptar políticas públicas debidamente sustentadas y estructuradas por sectores y regiones, que dieran respuesta adecuada a las necesidades de la población rural. En 1993, con el inició del Programa de Certificación de Derechos Ejidales y Titulación de Solares Urbanos (Procede), que al tiempo que brinda certeza jurídica y delimita las tierras de los núcleos agrarios y de los ejidatarios y comuneros, ofrece información precisa de las características de los ejidos y comunidades y de los campesinos que los constituyen. Con lo cual, se empieza en verdad a conocer la estructura agraria del país.

Los datos que brinda el Procede pueden considerarse de primera importancia para la elaboración de diagnósticos enfocados a problemas y temas específicos, como la feminización en la titularidad de las parcelas, el envejecimiento de los ejidatarios, la desigualdad regional, estatal y de cada núcleo en el tamaño de la dotación individual de tierra de cada ejidatario, y la fragmentación —en muchos casos pulverización— de las parcelas.

En ese orden de ideas, la Coordinación de Asesores del Secretario de la Reforma Agraria inició en 1997, y la Dirección General de Estudios y Publicaciones de la Procuraduría Agraria concluyó en este año, un estudio basado en una encuesta para conocer y precisar lo que se conoce como "tratos agrarios". Durante mucho tiempo, quizá cinco o seis decenios, se ha discutido y especulado sobre la magnitud y profundidad de la aparcería, la renta, el préstamo y la venta de parcelas ejidales. En muchos foros se ha denunciado que esas prácticas son contrarias a la moral, a los "principios" del agrarismo mexicano y también que significan la amenaza palmaria del retorno del latifundismo.

Empero, salvo datos aislados de unos cuantos ejidos, los investigadores y estudiosos no contaban con información verídica, científicamente obtenida y procesada. De esta manera, el estudio Los tratos agrarios en ejidos certificados ofrece por primera vez las características, magnitud, profundidad y antigüedad de los "tratos agrarios", con base en una encuesta efectuada entre mil 738 ejidatarios de 193 Distritos de Desarrollo Rural de los 31 estados de la República, con una confiabilidad estadística de 95%. El estudio aborda, primero, las diversas maneras como los ejidatarios tuvieron acceso a la tierra: dotación, herencia, adquisición de derechos, reconocimiento por la asamblea ejidal, etcétera, así como las actividades agropecuarias que realizan. Enseguida se describe la forma en que esos ejidatarios trabajan sus tierras y las otras actividades económicas que realizan, dentro y fuera de sus ejidos. En tercer término se aborda la superficie y proporción de la tierra trabajada por los ejidatarios, los cultivos que tienen y el ganado que poseen y explotan. Finalmente, se presentan los "tratos agrarios" propiamente dichos, atendiendo a las peculiaridades familiares, la extensión de las parcelas, la disponibilidad de riego, la edad del titular de las tierras, el parentesco con el aparcero, arrendatario, prestatario o comprador de la parcela, la formalidad o informalidad del trato, su duración y antigüedad, etcétera.

Sin duda, esta nueva y novedosa información abre muchas opciones para el estudio y la reflexión sobre temas agrarios, así como para la elaboración de propuestas de acción y de políticas públicas más adecuadas para la solución de los problemas existentes, y de los que en muy breve plazo se presentarán con toda su fuerza, como el envejecimiento de los ejidatarios y la mayor fragmentación de las parcelas de cultivo.