La chinampería actual en el Valle de México-Xochimilco

En Xochimilco la actividad agrícola continúa
teniendo la importancia que le otorgan una antigua
tradición y la voluntad de su gente que se resiste a
dejarse desalentar por la colindancia de una de las
ciudades más grandes del mundo. La conservación
de sus formas de vida, historia y cultura es el tema
del que se ocupa esta investigación.

Beatriz Canabal Cristiani

Mientras escuchamos el golpeteo del remo en el agua avanzamos a través de un paisaje verde y singular; entre huexotes e isletas que alguna vez fueron chinampas, entre terrenos cultivados que aún persisten; escuchamos el murmullo de los pájaros y de algún animal acuático, nos internamos en un espacio-tiempo distinto que nada tiene que ver con las vías rápidas de comunicación localizadas a unos cuantos kilómetros de distancia.

Éste es el paisaje que perdura en la zona lacustre del sur del Valle de México. Paisaje que envolvía a la ciudad central Tenochtitlan, la cual estaba rodeada por grandes lagos, tanto de agua dulce como de agua salada y separados por un albarradón para que no se mezclaran. Los planos sembrados de maíz, hortalizas y flores dominaban el horizonte. Los lagos entonces se fueron convirtiendo en una vasta red de canales que dividía a las chinampas y que conducía a diferentes sitios entre los que se encontraba, sin duda, el mercado de la gran ciudad ampliamente abastecido por la zona sur.

La creciente población que habitaba el entorno lacustre propició que se intensificara la construcción de chinampas como una forma de ganar terreno al lago. También se hicieron chinampas para construir pequeños templos y zonas de habitación, que a su vez estaban rodeadas de espacios para el cultivo de maíz y otras hortalizas prehispánicas.

La chinampería es una tecnología en la que se utilizan de manera óptima todos los recursos naturales, los cuales sirven para su propia reproducción. La fertilidad del suelo se renueva a través de microorganismos que habitan el agua de los canales, con humus y plantas acuáticas. La chinampa se reproduce también gracias a una gran diversidad de elementos vegetales que la integran y que al mismo tiempo el productor da distintos usos. Para dar una idea de esta capacidad diremos, por ejemplo, que actualmente en una sola chinampa de 2 270 metros cuadrados se encontraron 20 especies domesticadas y 30 no domesticadas; las primeras se usan generalmente como alimento y otras con fines medicinales, las que no son domesticadas se usan como forraje, medicina y también para el consumo humano y como plantas ornamentales o aromáticas.1

La zona lacustre de Xochimilco se compone de varias poblaciones donde se asentó la primera tribu nahua que migró del Norte para establecerse en las riberas del lago, al igual que más tarde lo hicieron los aztecas.

Xochimilco no es pues sólo un paisaje y una tecnología altamente productiva que satisfizo en poco espacio la demanda de la abundante población del Valle de México, es también la expresión de una cultura que aún se desarrolla a través de un eje que se amolda al paso del tiempo, una cultura que está integrada por elementos básicos religiosos relacionados con la agricultura y rituales que determinan en gran medida la vida y las relaciones familiares y comunales de sus pobladores.

La vida de los xochimilcas no ha sido tranquila, su gran vocación por la siembra, la pesca y la cría de animales no ha dejado de estar sometida a las pruebas que le imponen su cercanía con una de las ciudades más pobladas del mundo que necesita agua y espacios de su entorno; esto ha alterado de manera continua los recursos naturales y el medio ambiente donde se desarrollaba una actividad lacustre generadora de una gran diversidad de alimentos de origen vegetal y animal, aprendida y adaptada por grupos de pobladores cuyos antecedentes se ubican al menos desde hace 1 500 años.

Aún se recuerda que a principios del siglo xx y hasta los años cuarenta de este siglo, Xochimilco alimentaba sus lagunas y canales con aguas limpias y naturales que provenían, tanto de su subsuelo, como de corrientes que bajaban de la serranía cercana. Hoy día estas dos fuentes de agua se han alterado, la primera por la necesidad que tiene la ciudad de entubar el líquido para el consumo urbano y la segunda porque los cerros se han deforestado al mismo tiempo de que la población migrante hacia la ciudad de México ha optado por habitar estas alturas.

Ya en 1950 los canales se habían secado casi por completo, pero la población —que aún encontraba en las actividades agropecuarias su principal sustento—, protestó enérgicamente negándose a desaparecer y el gobierno tuvo que mandar a esta zona aguas residuales para que continuaran con sus actividades, combinando el agua tratada con algunas vertientes que todavía persistían, posibilidad cada vez más difícil. Desde entonces las familias que de forma tradicional se habían dedicado a la agricultura, continuaron en condiciones poco aptas sus actividades, y los pueblos se especializaron en productos que las nuevas condiciones naturales les permitían.

En toda el área se producía de manera preponderante el maíz chinampero de altos rendimientos, y hortalizas en una gran variedad, ya que a las de origen prehispánico fueron añadidas las de origen europeo como coles, espinacas, lechugas, cebollas, rábanos, betabel, coliflor, nabo, etcétera; plantas de ornato que evolucionaron de la siembra en tierra a plantas de viveros que requerían de mayor inversión y cuidados. También se criaban animales, como vacas, cerdos, borregos, cabras y aves con las cuales se ayudaban para completar los insumos del ciclo productivo, para desyerbar —cuando era necesario— algunos terrenos o para producir abono-estiércol que se usaba en los cultivos.

En el régimen de chinampería, que era predominante, se usaban todos los recursos que proveía el mismo medio natural-lacustre: se empleaba el lodo del fondo del lago para hacer crecer las semillas que posteriormente eran resembradas en otras partes del terreno, donde se empleaba como abono natural el estiércol o bien vegetales recreados en el lago (huachinango y más tarde lirio acuático seco). Todo el trabajo era manual y como las chinampas disponían de agua por todos lados los sembradíos permanecían húmedos permitiendo varias cosechas al año y sirviendo en poco espacio altos índices de rendimiento (de 500 a 1 000 metros cuadrados) para el sustento de la familia y para la venta de hortalizas, flores y animales en los mercados regionales o en el mercado central de México.

Actualmente Xochimilco es una delegación político-administrativa del Distrito Federal, al lado de otras tres delegaciones ubicadas en el Sur constituyen los espacios rurales que aún se han conservado en el área metropolitana, ya que la urbanización se ha extendido más hacia otros puntos cardinales. Muchas veces fue el reclamo y la existencia de los pueblos lo que no permitió que se les eliminara con el crecimiento anárquico de nuestra ciudad, más tarde ha sido la misma protección legal que considera a estos territorios como reservas acuíferas y vegetales necesarias para el equilibrio de la región.

Hacia 1990, cerca de veintinueve mil hectáreas fueron aprovechadas en el Distrito Federal para actividades agrícolas, de las cuales 4 500 correspondían a la delegación de Xochimilco. Si bien estas cifras han bajado por la continua expansión urbana y los asentamientos irregulares, en 1994 se detectó una superficie de 26 104 hectáreas en el Distrito Federal; a Xochimilco le correspondían de 3 404 a 3 490 hectáreas, donde se cultiva maíz, frijol y calabaza principalmente; hortalizas y verduras en segundo lugar, ocupando grandes extensiones la producción de forrajes y nopal, este último de consumo muy extendido entre los habitantes de la zona urbana y por último, en un espacio menor pero con altos rendimientos y beneficios económicos, las flores (ver cuadros 1 y 2).

Cuadro 1

Producción agrícola en el Distrito Federal (hectáreas)

Productos

1987

1994

Granos

15 038

9 342

Forrajes

10 417

10 120

Hortalizas

1 748*

2 238

Nopal

3 372

4 007

Frutales

464**

263

Flores

76***

134

Total

31 115

26 104

* Hortalizas como resto de cultivos.

** Frutales como resto de cultivos perennes.

*** Flores en resto de cultivos perennes.

Fuente: Anuario Estadístico del Distrito Federal, 1992.

Cuadro 2

Producción agrícola en Xochimilco (hectáreas)

Productos

1987

1994

Granos

3 665

2 160

Forrajes

430

730

Hortalizas

175

518

Flores

31

51

Frutales

464

31

Total

4 365

3 490

Fuente: Anuario Estadístico del Distrito Federal, 1992.

Diversos factores han determinado la conformación de la estructura productiva agropecuaria, tanto en la ciudad como en Xochimilco. Entre otros elementos podemos enunciar la pérdida de espacios para cultivar, la ausencia de humedad y la carencia de mercado, ya que una gran cantidad de bienes provienen de otros estados de la República, concentrándose los esfuerzos locales en productos que no necesitan excelentes condiciones naturales, como los forrajes, o bien en productos necesarios para el consumo de la ciudad de México como algunas hortalizas, el nopal, la alegría o amaranto (con la que se elaboran dulces), y las plantas de ornato y flores, cuyo principal destino son los mercados urbanos considerando también el de las ciudades de provincia.

Xochimilco se divide en tres regiones de acuerdo con su potencial productivo. La primera es la más ligada a la zona urbana y tiene graves problemas por los asentamientos urbanos irregulares y construcciones aisladas que envían sus desechos al lago, alterando gravemente las condiciones naturales. En esta zona se encuentra la demarcación turística del centro de Xochimilco más dedicada a la producción de plantas en vivero que, aunque es zona de chinampas, su funcionamiento presenta dificultades. En su parte norte se localiza una importante zona chinampera donde se conservan muchos rasgos de la tecnología tradicional.

La segunda microrregión es la de los pueblos establecidos en la zona cerril donde además se ubican los vestigios de los pobladores prehispánicos, ahí se cultiva principalmente maíz, frijol, haba y forrajes con técnica de arado y periodos de temporal.

Por último, existe una serie de pueblos ribereños que se extienden sobre la zona chinampera: San Gregorio Atlapulco, San Luis Tlaxialtemalco y Santiago Tulyehualco que son productores de hortalizas, flores y amaranto respectivamente.

La producción de maíz continúa siendo importante de acuerdo con la superficie que se destina para este grano. Originalmente el maíz se sembraba en las chinampas, de donde se obtenía un alto rendimiento; con él se abastecía tanto el consumo familiar como el de la región. Sin embargo, como los precios del maíz se mantuvieron estables —por ser considerado un bien-salario—, los productores de la región lacustre dejaron de producirlo en la misma cantidad, destinando el área chinampera para cultivos que generarían mejores ingresos en el mercado. No obstante, el maíz nunca se ha dejado de sembrar por diversas circunstancias: la primera de ellas es que a los xochimilcas les complace más su maíz que el que pueden comprar proveniente de otras regiones o bien de Estados Unidos, y otra razón es que lo utilizan en las innumerables fiestas religiosas de las que está plagado su calendario, con él elaboran abundante comida utilizando sus granos que también emplean en ofrendas para los santos y deidades regionales.

Estos agricultores conservan su propia semilla y la emplean año con año, y a pesar de que el maíz ha sido desplazado a planicies con poca agua y a las zonas más altas, su siembra tiene aún un significado trascendental para la comunidad. Su cultivo ha bajado también porque dejó de cultivarse en 1 000 hectáreas que pertenecían a los ejidos de Xochimilco y San Gregorio (propiedad social de los pueblos), expropiados hace algunos años por el gobierno y además por la creciente urbanización en el área cerril.

Como ya se señaló, la producción de hortalizas es tradicional en la zona sur de la ciudad y Xochimilco que se ha especializado en aquellas que se adaptan al sistema chinampero de constante humedad. Así, en una superficie de 518 hectáreas básicamente de chinampería, se produce apio, acelga, brócoli, calabacita, col, coliflor, espinaca, lechuga, rábano, zanahoria; además plantas medicinales (manzanilla, hierbabuena), plantas aromáticas y otras comestibles que son silvestres y que siempre han formado parte del entorno chinampero, como la verdolaga, el romerito y los quelites.

El abandono de algunas plantas como el jitomate y la introducción de nuevas especies se debe a la alteración del medio natural y a la orientación de la demanda urbana. Las mejores condiciones en el mercado y el entorno natural afectado por una relación desigual con la ciudad, han ocasionado un cambio hacia la floricultura.

En la zona norte de la cabecera de Xochimilco persiste un área de considerables proporciones de producción chinampera, en la que se produce tanto maíz como hortalizas y flores de corte. Se calcula que aún realizan este tipo de trabajo alrededor de mil doscientos productores contando a los integrantes de la familia.

Las tierras en esta zona son aún de buena calidad y conservan el lodo, que es la base de la producción en las chinampas, por lo que pueden sembrar directamente en la tierra y a cielo abierto; ahí se producen alimentos muy populares en el centro de México, como la verdolaga, de la cual se obtienen hasta siete cosechas al año; el romerito y hierbas aromáticas, como el epazote y la tradicional flor de muertos o cempasúchil que es de corte. El maíz se siembra intercalado con epazote porque le da sombra y crece más grande. Las flores se cultivan en superficies más pequeñas ya que su trato es intensivo y se levantan hasta tres cosechas al año. En esta zona se encuentran todavía muy pocos invernaderos con plantas y flores, aún es predominante la producción en chinampa donde se emplean las técnicas tradicionales, almácigos, enraizamiento de plantas y chapines, incluso en el maíz.

En esta región se da la invasión de tierras agrícolas para la urbanización. De hecho, en algunos barrios éstas se han perdido totalmente, como son los casos de San Juan Tamancingo, San Marcos y San Esteban, conservándose y restableciéndose en otros.

Ante estos problemas, el gobierno ha prometido la reubicación de los nuevos pobladores, que no sólo se asientan sobre estas tierras poco aptas para la vivienda, sino que alteran el medio ambiente con la expulsión de sus desechos a los canales. Lo hacen así porque es gente de otros estados del país que no conoce ni está interesada en la conservación del medio.

En esta zona, que está integrada a la mancha urbana pero alejada de la zona turística, se abandonó el cultivo durante los años sesenta porque empezaron a deteriorarse las condiciones productivas, en particular el agua, y como los salarios urbanos eran más importantes que los ingresos que generaba la agricultura, se optó por esta vía. Pero a partir de la década de los años ochenta y en particular de los años noventa, al escasear el trabajo en la ciudad y al reducirse de manera drástica los ingresos de los profesionistas, han regresado muchos productores de mediana edad y jóvenes a cultivar sus parcelas.

Este regreso no es una decisión traumática para los jóvenes ya que conocen el medio y la tecnología al participar desde pequeños en estas labores. Todos estos productores aseguran que ganan más en estas actividades que en otras que ejercen como profesionistas o en el comercio.

Sin duda la producción de flores y plantas de ornato ha cobrado auge en gran parte de la región xochimilca por dos causas fundamentales: una de ellas es el deterioro del suelo y el agua, eligiéndose este tipo de producción, abandonando en parte o completamente el cultivo de alimentos; la otra está relacionada con el mercado de plantas que ha cobrado importancia para los xochimilcas, ya que obtienen mejores dividendos. Tanto es así, que se calcula que en toda la delegación laboran en esta especialidad cerca de cuatro mil productores, muchos de los cuales se ubican en la misma familia. 2

En la zona sur de la delegación se localiza un barrio que, a pesar de haber resultado sumamente afectado por la contaminación del agua y los asentamientos humanos, conserva su tradición productiva. La falta de agua de buena calidad ha orillado a sus productores a dedicarse básicamente a plantas de ornato y flores en viveros con macetas o bolsas. En esta parte dividida de la zona norte por una calle que de forma arbitraria se construyó, impidiendo la circulación del agua, se ha perdido la posibilidad de sembrar en chinampa porque no se puede pasar al otro lado a buscar el lodo del fondo del canal, como tradicionalmente se hacía. En este barrio, el de Caltongo, los suelos se han empobrecido, pero el conocimiento acumulado y la búsqueda permanente de nuevas alternativas productivas lo han mantenido a la cabeza del conocimiento y la tecnología florícola. Ahí combinan la siembra en almácigos a veces en la zona norte, con la práctica de siembra en el vivero de plantas sofisticadas o importadas como el tulipán holandés.

La producción más importante de este barrio es sin duda la de flor de nochebuena cuyo cultivo dura siete meses, durante los cuales se recrean otras plantas para obtener ingresos y soportar ese largo periodo. Los xochimilcas se han especializado mucho en esta planta que los habitantes de la ciudad compran para la Navidad; han construido viveros especiales con telas oscuras para precipitar su floración oportuna; han aprendido también a duplicar su cantidad. Otras flores y plantas de refuerzo son el malbón, el geranio, el lirio y el tulipán. En este barrio, este tipo de invernaderos es muy generalizado, de cuya superficie abarcan 65%, es decir, unas 85 hectáreas.

El trabajo en estas áreas productivas necesita mucha mano de obra, por lo que Caltongo se ha convertido en un receptor importante de fuerza de trabajo proveniente de otros estados del país.

En esta zona de viveros es también preponderante la participación familiar. Se enseña a los hijos y aunque estudien o laboren en otras actividades, en sus momentos libres se dedican al cultivo de las plantas; las mujeres por su lado realizan la venta básicamente en el centro comercial de productores de Xochimilco, el cual pertenece a la Asociación de Planteros El Palacio de la Flor. En momentos de mucho trabajo se recurre a mano de obra asalariada que de alguna manera ya conoce el oficio.

Circular por la carretera que divide estas dos zonas o aventurarse por sus canales significa recrear la vista ante un paisaje multicolor, florido y enrojecido hacia la época decembrina por las grandes extensiones de flor de nochebuena que se producen.

En este barrio, los productores se han visto motivados para no abandonar la producción, aunque las condiciones para su trabajo sean cada vez más difíciles, ya que buscan nuevas alternativas tecnológicas que hagan posible que esta actividad sea una fuente constante de buenos ingresos. Así, el número de productores ha crecido. Organizaciones de comercialización como El Palacio de la Flor han promovido la adquisición de nuevos conocimientos a través de la experimentación directa con asesorías de algunos de sus integrantes y con cursos en los que participan los padres y los hijos: "Hemos querido —dice un floricultor— aprender más y más; a nuestros hijos los motivamos para que estudien carreras como agronomía o biología, para que la ejerzan aquí". Así, entre los jóvenes se da un vuelco hacia esta actividad combinando la calificación que adquieren a través de sus estudios con los conocimientos acumulados en la región y las nuevas fases experimentales a las que se abocan como grupo de floricultores en estos momentos.

Entre los problemas más sentidos a que tienen que hacer frente todos los días estos productores son el ambiental y la expansión de la mancha urbana propiciada por los fraccionadores, por la misma gente de Xochimilco —que ya no se dedica a la producción y vende sus terrenos— y por las mismas autoridades de la ciudad que prohíben el asentamiento en estas zonas ecológicas protegidas, introducen luz, agua potable y a veces hasta abren calles.

En el barrio de Caltongo, el crecimiento de la mancha urbana no se ha detenido. Se han construido en tierras agrícolas unas dos mil casas familiares, lo que implica la ocupación de una superficie aproximada de veinticinco hectáreas. Un problema que se añade a la pérdida de espacios productivos es el sanitario, ya que en esta región no hay drenaje y los desechos se vierten a los canales. Se calcula que en Caltongo hay más de mil descargas domiciliarias vertidas al lago. Los productores protestan regularmente por esta situación y proponen que ya no se permitan más asentamientos irregulares, además de que los que ya están asentados sean reubicados.

En algunos pueblos, las respuestas para afrontar este problema se dan de manera inmediata y se recurre a todos los medios posibles para limitarlo. En San Luis Tlaxialtemalco, pueblo ribereño también de tradición chinampera, que ha perdido de manera importante sus afluentes de agua, pero que aún conserva su tradición productiva, nos informaron que están impidiendo la construcción de dos unidades habitacionales que no han obtenido los permisos oficiales: "Nosotros nos hemos levantado en pie de lucha como un solo hombre". En ocasiones, frente a la posibilidad de alguna invasión para propiciar el respectivo asentamiento, suenan las campanas de la iglesia y el pueblo ha tenido que echar a los extraños de las zonas agrícolas. Las formas de reaccionar han sido distintas de acuerdo con diferentes niveles de integración.

San Luis es un ejemplo de los pueblos que combinan la producción comercial en chinampas y viveros con la de áreas cerriles que también les pertenecen, en ellas siembran maíz asociado con frijol, haba y amaranto, que son cultivos de temporal, para lo cual usan yuntas y métodos tradicionales de cultivo. Este tipo de producción se dedica al autoconsumo, excepto el caso del amaranto que se dispone para la venta, pero San Luis se dedica básicamente a la producción de plantas de ornato, desde hace cinco años a la producción de nochebuena a la cual se dedicaron 65 personas durante el ciclo de 1994, produciendo alrededor de doscientas cincuenta mil plantas.

La flor de nochebuena se desarrolla entre junio y diciembre en instalaciones, tierra y cuidados especiales. Ésta ha requerido de asistencia técnica, ya sea de los mismos productores como de técnicos del gobierno, que en la actualidad son pagados por los demandantes del servicio. Este tipo de producción ha dinamizado a tal grado la economía de los xochimilcas, que han recibido créditos del gobierno y de la banca privada para la construcción de invernaderos por medio de pequeños núcleos organizados para tal propósito. Ciertamente la problemática crediticia se ha vuelto tan compleja entre los productores regionales, como entre los de otras partes del país, por lo cual tendrán que buscarse nuevas alternativas de inversión.

Como se ha señalado, la actividad productiva y la sobrevivencia misma del pueblo xochimilca se han enfrentado durante los últimos 40 años a numerosos problemas que tienen que ver con su relación cercana y su inserción a la capital del país. La región cayó en una especie de desastre ecológico desde los años cincuenta, ya que no se permitió el empleo del agua limpia para sus canales y la chinampería, iniciándose el envío de aguas tratadas de dudosa calidad. Este desastre fue detenido sólo a medias a partir de 1970 por la voluntad de los habitantes más interesados en conservar su tierra y mediante la utilización de los recursos más apropiados para hacerla producir.

Las diferentes administraciones de una ciudad que creció de manera vertiginosa durante los últimos 25 años, necesitando agua y espacios para vivienda, industria y servicios, dejaron que su expansión anárquica terminara con las áreas rurales, bosques y terrenos agrícolas, hoy necesarios para controlar la fuerte contaminación del aire que respiramos los aproximadamente veinte millones de habitantes.3

La voluntad de los productores, cuyo número decreció por estas condiciones naturales y por el estancamiento de los precios agrícolas, pero que después volvió a crecer al encontrar poco a poco alternativas tecnológicas para continuar con su actividad, ha permitido la continuidad de Xochimilco, su paisaje, sus chinampas y sus fiestas, que de otro modo hubieran pasado a prolongar la zona de viviendas y de asfalto.

Los productores han tenido que enfrentar problemas severos con los suelos salinos y con las enfermedades producidas por la calidad del agua entre las plantas, ocasionando el cambio de cultivos, dejando de sembrar algunas áreas y empleando bolsas y macetas para las plantas de ornato, hasta llegar al empleo de viveros, bombas de motor para extraer el agua y el uso de agroquímicos; todos ellos elementos ajenos a la antigua producción de la chinampa que empleaba solamente insumos naturales y se basaba en la filtración del agua limpia que corría por los canales.

Los productores y la población originaria de Xochimilco han tenido que hacer frente también a la especulación inmobiliaria de su territorio comprado como zona rural y vendido como urbana, alterando los usos del suelo, contaminando más los recursos naturales y convirtiéndose en un gran negocio para propios y extraños, que al final favorecen exclusivamente al capital urbano.

Si bien es cierto que desde mediados de los años setenta esta zona se encuentra protegida por varios cuerpos jurídicos, al ser considerada como zona típica, área de reserva ecológica y, por último, Patrimonio Histórico y Cultural de la Humanidad por la UNESCO en 1989, el avance de la mancha urbana sólo ha sido detenido gracias a la decisión de los pueblos y de algunos grupos ecologistas que, a raíz de la formulación de un plan gubernamental —que alteraría de manera drástica el paisaje y la vocación agrícola de la zona—, llamaron la atención acerca de la importancia de conservar estas áreas verdes y productivas con vestigios arqueológicos que guardan celosamente la historia de la vida productiva, lacustre, agrícola, urbana y religiosa, prehispánica y colonial heredada por estos pueblos.

El papel de territorio susceptible de ser urbanizado, que siempre le dieron los distintos gobiernos de la ciudad a Xochimilco y sus alrededores, generó una falta de apoyo hacia las actividades agropecuarias, a tal grado, que los agricultores prefirieron buscarlo por su cuenta y capacitarse ellos mismos para evitar la presencia de técnicos que desconocieran las condiciones naturales de la región y no estuvieran calificados para resolver estos problemas.

El gobierno de la ciudad se ha encargado sólo de programas pequeños, como la limpieza de los canales —que con frecuencia se llenan de lirio acuático e impiden la circulación de las canoas—, o bien del combate de algunas plagas. Este gobierno dispone de pocos técnicos agropecuarios que conocen esta problemática y de veterinarios que poco asisten a los animales de los productores. El desinterés por este tipo de actividad, cercana a la ciudad, ha propiciado que se desarrolle la iniciativa local de los productores que han obtenido importantes logros al adaptarse a las condiciones variantes de su medio para seguir adelante.

Un importante floricultor de Caltongo señala: "Hemos ido adaptando tecnología de punta a nuestro medio, y estamos generando un híbrido dentro de la floricultura con estas condiciones ecológicas adversas". Existe entre estos productores un gran interés por experimentar y, dado que la crisis propiciará a mediano plazo que la demanda de plantas decaiga, piensan que pueden destinarse áreas de invernadero en viveros o a través de la hidroponía a la experimentación en productos hortícolas. Es importante señalar que el avance que han tenido los viveristas xochimilcas, en el aspecto técnico, no ha implicado el abandono de prácticas tradicionales realizadas en otros terrenos, o bien otra parte de la familia, prácticas tales como el cultivo del maíz y de plantas comestibles y medicinales para su propio consumo, su venta en el mercado regional o para su consumo en el vasto ceremonial religioso de la región.

Existe otro tipo de productores que combina ambos tipos de producción y que cultivan más en suelo o en chinampa, dado que las condiciones de su tierra lo permiten y no realizan fuertes inversiones como los viveristas que acabamos de mencionar. Muchos se inician en esta actividad y no dejan por completo la otra. Sigue, por último, persistiendo un tipo tradicional de productores, casi siempre mayores de edad, que practican la chinampería con el cultivo de hortalizas, plantas medicinales y flores de corte o en chapin; sus costos de producción no son fuertes y tampoco sus ganancias, pero obtienen recursos suficientes para sus familias que se complementan con la producción de granos básicos, otras plantas, huevos y leche de los animales de traspatio que persisten en la mayor parte de las casas xochimilcas.

Es importante destacar que la gente joven que se integra y hace crecer el número de productores pertenecen a las familias del lugar, por lo que se puede pensar en una continuidad de esta tradición que se adaptará continuamente y buscará nuevas alternativas para generar el ingreso necesario.

Si bien existe claridad entre los productores acerca de los problemas que los acosan, éstos están conscientes de que sólo los solucionarán mediante la organización, por ello es que hoy se está generando un número importante de asociaciones que agrupan a chinamperos, floricultores y productores ganaderos, con el propósito de conseguir algunas ventajas en la obtención de créditos y mejores condiciones en la comercialización. Por ejemplo, en Caltongo se sugiere la necesidad de contar con una organización amplia de productores donde se concentre información suficiente sobre tecnología, mercados interno y externo, variedades y precios. Se requiere —señalan los productores— adquirir insumos colectivamente y capacitarnos en cuestiones administrativas y de informática.

Muchas de esas organizaciones surgen como una forma para defenderse de las agresiones que continuamente sufren por medio de agentes urbanizadores. Ellas pueden convertirse (algunas lo han logrado) en propiciadoras de alternativas novedosas en el campo productivo, logrando beneficios para sus agremiados como apoyos diversos y espacios de mercado para sus productos.

Señalábamos que destruir el espacio productivo de Xochimilco implica destruir la historia y la cultura de un pueblo sustentado en su paisaje, su tecnología, su producción, y también en sus costumbres alimenticias; en su organización familiar y comunal, así como en la conformación de una compleja estructura religiosa, en la que todos los habitantes participan de forma activa celebrando y rindiendo culto a sus principales santos, vírgenes y niños dioses. Así, han surgido también organizaciones que tienen como objetivo no sólo desarrollar propuestas productivas sino proyectos que contemplan la difusión y desarrollo de la cultura xochimilca a través del radio y la elaboración de folletos, museos regionales, etcétera.

Así viven los xochimilcas y así han sobrevivido desde que eran súbditos de los aztecas, a quienes tenían que rendir tributo en alimentos y en otras artes manuales en las que se especializaban. Y así vivieron bajo el dominio español que pretendió cambiar sus formas religiosas y permitió sólo su readaptación; así han vivido surtiendo de alimentos y flores a una ciudad que a cambio les extrajo el agua de sus canales, les eliminó espacios verdes para su sobrevivencia y pretendió desintegrar los ejes de su cultura regional-lacustre en pro de una cultura urbana que en México no deja de estar íntimamente influida por una matriz preshispánica y colonial.

Podríamos concluir con las palabras de un productor de la región chinampera de la cabecera xochimilca: "Hay mucho trabajo que realizar, hay mucho que pelear para que esto siga adelante, siga bien; hay que aprovechar más todos los recursos, yo le veo futuro a la producción local de alimentos, y si no reactivamos a Xochimilco como zona ecológica la ciudad puede venirse abajo, sin áreas verdes ni filtración del agua que tanto necesita".4

Dos fuerzas contrarias presionan así el futuro de Xochimilco: la que pretende su urbanización o un destino sólo turístico y la que enarbolan los agricultores orgullosos de su entorno, su paisaje y su cultura.


Beatriz Canabal Cristiani es doctora en sociología y profesora e investigadora en la UAM-Xochimilco, en la maestría en desarrollo rural.

Este artículo forma parte de los resultados de una investigación más amplia, coordinada por la autora, denominada "Xochimilco ayer y hoy". Comenzada en 1986 con el apoyo de la Fundación Friederich Ebert, generó entonces diversas publicaciones. Hace cuatro años se reinició bajo los auspicios de la Universidad Autónoma Metropolitana.

1 Juan Jiménez Osornio y Arturo Gómez Pompa, "Human role in shaping of the flora in a wetland community, the chinampa", mimeo, 1989.

2 Datos obtenidos en trabajo de campo.

3 Información vertida hasta 1987 en el libro de Beatriz Canabal, Pablo Torres y Gilberto Burela, La ciudad y sus chinampas, el caso de Xochimilco, UAM-Xochimilco, México, 1992.

4 Entrevista con productores de la zona norte, marzo 1995.