Desarrollo y promoción del campo

Edith Ávila Romo

Las fundaciones Konrad Adenauer y Rafael Preciado Hernández organizaron en la ciudad de León, Guanajuato, el Foro nacional sobre desarrollo y promoción del campo. El foro se convocó con la idea de realizar no sólo un análisis de la situación económica nacional y su repercusión en las zonas rurales, sino también con la intención de sentar algunas bases para una discusión respecto al entorno legal de la propiedad, la tenencia de la tierra y su productividad.

Se discutieron los principales conflictos generados por la globalización económica y por el atraso del campo mexicano, así como la necesaria revaloración de aspectos humanos y educativos que permiten el desarrollo del campesino. Se estimó que si las sucesivas crisis económicas han ahondado los problemas del sector agropecuario, comparando las condiciones existentes con las de hace treinta años, la recuperación deseable no es algo sencillo de materializar.

Las ponencias del foro —que tuvo lugar los días 28 y 29 de marzo— se presentaron en cinco mesas de trabajo. En la primera de ellas, "Dimensiones del problema agrario en México", se contó con la presencia de destacados ponentes, representantes de la Fundación Miguel Estrada Iturbide y académicos de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ) y de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Todos ellos coincidieron en la necesidad de que el sector agropecuario recupere su capacidad de generar recursos, para que en vez de formar parte del problema económico sea parte de la solución.

Durante la discusión se analizó el llamado "milagro agrícola" —periodo que tuvo lugar en México desde la Segunda Guerra Mundial hasta 1965—, durante el cual el sector reportó tasas de crecimiento anual promedio de 5.7% y que permitió que México alcanzara la autosuficiencia alimentaria. Sin embargo, esto fue consecuencia de un conjunto de factores que incidió de manera positiva en el sector.

Al respecto, Juan José Rodríguez, asesor de la Fundación Miguel Estrada Iturbide, destacó la reforma agraria que dotó de tierras a muchos pequeños productores, la disponibilidad que había de crédito agropecuario, la inversión pública en infraestructura hidráulica (lo que aumentó el porcentaje de superficie de riego), los subsidios y la introducción de variedades de semillas con alto rendimiento. Además, según Rodolfo García, investigador de la Facultad de Economía de la UAZ, en sexenios pasados la política económica estuvo caracterizada por el proteccionismo comercial y una gran demanda internacional de productos agropecuarios.

Hasta hace algún tiempo, señaló Jorge Zermeño, Director de la Fundación Miguel Estrada Iturbide, la política de apoyo al campo se caracterizó por el papel tutelar del gobierno, pero los resultados han demostrado que ese modelo de desarrollo agropecuario no fue capaz de resolver los problemas de producción, desempleo y migración del campo. Hoy en día, los pequeños productores se han quedado al margen de la globalización. El esquema de subsidios y precios de garantía, aplicado hasta antes del inicio de la apertura comercial, generó pocos beneficios a los productores minifundistas. Evitó que éstos probaran cultivos alternativos y rentables; perjudicó a los consumidores rurales particularmente, ya que el precio fijado tendía a ser mayor que los precios que el mercado asignaría en un sistema de competencia y de regulación a través de la oferta y la demanda; inhibió el desarrollo de canales de comercialización, y dejó a las parcelas más retiradas a merced de transportistas que impusieron condiciones tiránicas e injustas a los campesinos. A la vez que constituyó un obstáculo en la construcción de infraestructura rural, incidió en el descuido ecológico; finalmente, los productores de bajos ingresos, que producen para su autoconsumo, no recibieron apoyos debido a que no tienen acceso al mercado formal de venta de los cultivos.

Actualmente, señaló el expositor, México está en desventaja en el mercado internacional de granos, pero en cambio tiene un fuerte potencial exportador con productos frutícolas y hortalizas frescas. A partir de 1995, el Programa de Apoyos Directos al Campo (Procampo) dejó que los precios de los granos se dieran conforme a los precios internacionales, excepto en el caso del maíz y del frijol para los cuales hay un periodo de gradación de tarifas de hasta 15 años.

Por su parte, Manuel Perló Cohen, investigador de la UNAM, habló sobre el fenómeno de la urbanización del ejido, factor provocado por el crecimiento desorganizado de las ciudades. Los propietarios, que no ven posibilidades de mantener su tierra, la venden incluso sin poseer el título correspondiente. Esto propicia que la tierra ejidal sea invadida y poco a poco se vaya urbanizando.

En la segunda mesa, "Los actores fundamentales del desarrollo agrícola", el Director General de Agricultura del gobierno de Guanajuato, José Antonio Laborde, comentó que el estado posee gran variedad de productos agrícolas y cuenta con un importante número de pequeños propietarios dedicados a abastecer los mercados nacional y regional. El gobierno de Guanajuato, señaló que ha procurado deslindar los apoyos al campo de las decisiones políticas, para que los subsidios sean apoyos reales a la productividad del sector.

Los problemas del minifundio constituyen un círculo vicioso: requieren por una parte de nueva tecnología, financiamiento y mecanismos de comercialización más libres pero, en contrapartida, no tienen acceso a los mecanismos ordinarios de crédito comercial debido al alto número de siniestros que sufren sus cosechas, no pueden incorporar tecnologías por falta de recursos y continúan susceptibles al intermediarismo excesivo debido a la falta de caminos rurales y medios para transportarse en aquellas zonas más retiradas de los mercados de abasto.

Salim Rodríguez, Director General de Promotora Agropecuaria Universal S.A. (PAUSA), habló sobre las oportunidades de negocio que se encuentran en la actividad agropecuaria, las cuales requieren de la participación conjunta de inversionistas y de los núcleos agrarios para aprovechar sus recursos de manera productiva y rentable.

Jaime González Graf, Director del Instituto Mexicano de Estudios Políticos, expuso un análisis de la actual condición del campo mexicano desde una perspectiva histórica. Sostuvo que la actuación de las instituciones es determinante para el desarrollo o retraso del sector, aunque este hecho es más resultado de la confrontación de intereses políticos a partir de la Revolución que consecuencia directa de una errónea aplicación de políticas para el desarrollo.

En la tercera mesa fueron tratados "Los aspectos esenciales del proceso de desarrollo del campo". Benito Rosel, presidente de la Comisión de Fomento Agropecuario de la Cámara de Senadores, destacó la importancia de que los partidos políticos participen en la planeación del desarrollo rural y elaboren propuestas y líneas de acción. Según su experiencia, dijo, el problema del campo tiene una raíz política y no técnica o económica. Y por ello, es necesaria la participación de la oposición.

Por su parte, Rodrigo Diez de Sollano, Coordinador de Asesores de la Secretaría de Desarrollo Rural del gobierno de Jalisco, comentó la manera en que en esa entidad se canalizaron esfuerzos para lograr el rompimiento del círculo vicioso que empobrece la cadena productiva y le impide alcanzar un desarrollo integral y sustentable.

Salvador Becerra, Secretario de la Comisión de Agricultura de la Cámara de Diputados, afirmó que el prolongado empleo de subsidios al sector agropecuario ha encontrado su secuela más negativa entre los campesinos con menores posibilidades, ya que promueve el empleo de tecnologías inadecuadas para la producción. Por su parte, los precios de garantía se han vuelto un obstáculo para la inversión, debido a que en términos reales no han crecido y ya no contrarrestan el diferencial negativo respecto a los costos de producción.

En la cuarta mesa, "Desarrollo del campo y globalización económica", destacaron las ponencias de José Luis Montemayor, Subdirector de Investigación Económica del Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP), y de Roberto Escalante, economista investigador de la UNAM, quienes ahondaron en el contexto macroeconómico del campo mexicano, llegando a la conclusión de que los planes y metas para el crecimiento económico no implican necesariamente un desarrollo del sector rural, ya que en los últimos años se ha visto cómo otros sectores de la economía crecen aceleradamente, al tiempo que el sector agropecuario se va desfasando del ritmo de crecimiento, acumulando cada vez más pobreza y rezago. El minifundio tiene grandes problemas para incorporarse a un ritmo de crecimiento similar al de las actividades de exportación, por lo que la apertura comercial coloca al campo mexicano en franca desventaja.

Yeidckol Polevnsky Gurwitz, Directora de Desarrollo Regional de PAUSA y Vicepresidenta de Industrias Diversas de la Canacintra, habló sobre experiencias de negocios agroindustriales exitosos en México y otros países. El concepto de agroindustria hace referencia a un método de producción agropecuaria que requiere de la explotación del campo y la participación de empresas industriales que procesan o transforman los productos agrícolas para obtener alimentos o materias primas para su empleo en otras ramas industriales.

El último tema fue "Mundo rural y dignidad humana". Elizabeth López, del área de Proyectos Educativos de la Universidad de Michoacán, hizo referencia a un estudio sobre las condiciones de la población rural y las limitaciones existentes para el desarrollo integral de las personas, mientras que Leticia Deschamps, Directora de Educación de la Fundación Mexicana para el Desarrollo Rural, habló sobre el papel de la Fundación que dirige, su filosofía y la manera en que se trabaja dentro de las comunidades rurales para incorporarlas a un ritmo de desarrollo acorde con sus recursos y capacidades.

Finalmente, Carlos Medina Plascencia, ex Gobernador de Guanajuato, habló sobre sus experiencias de gobierno dentro de la promoción del desarrollo de las comunidades rurales, haciendo especial énfasis en el papel del gobierno como guía y catalizador de la participación ciudadana para la construcción de obras públicas. Opinó que al poner su mano de obra, la población se involucra más con los frutos de su trabajo y, por lo tanto, los respeta más.

Generar un diálogo que sirva de cimiento para el desarrollo de una política de crecimiento real para el campo es una necesidad que debe abordarse a través de eventos como este foro.


Edith Ávila Romo, licenciada en economía, es investigadora responsable del área de análisis sectorial de la Fundación Rafael Preciado Hernández, A.C.