Agricultura orgánica en Cuba*

Al término de la Segunda Guerra Mundial y visualizando el fin de la guerra de Corea, la industria petroquímica del mundo desarrollado se vio en la necesidad de buscar nuevos mercados para colocar sus productos excedentes de guerra, fundamentalmente los nitratos. En ese contexto, la agricultura se presentó como un sector de gran potencial para utilizarlos, al tiempo que se difundió la llamada Revolución Verde como solución en el agro para atenuar el hambre en el mundo.

La innovadora Revolución Verde consistió en la obtención de variedades agríco-las muy productivas, pero con el uso de tecnologías altamente dependientes y costosas: la aplicación de fertilizantes químicos, pesticidas, herbicidas y riego, principalmente.

Sin embargo, según datos de la FAO, aun con Revolución Verde, el hambre en el mundo creció en un 30%. Se incrementó la contaminación de la atmósfera y del manto freático y aumentó el número de plagas y enfermedades resistentes al tra-tamiento fitosanitario químico, con consecuencias nefastas para la ecología y la salud humana. Además, alteró los sistemas productivos de los pequeños productores campesinos del tercer mundo, el 70% de la población rural de la región, al imponérseles paquetes tecnológicos ajenos y costosos.

En los últimos diez años ha surgido una corriente de científicos, agricultores, personalidades e instituciones que ha puesto atención a la recuperación e impulso de métodos agrícolas de insumos naturales, a los que han llamado métodos de agricultura orgánica o alternativa, y cuyas variantes se identifican como agricultura biológica, biodinámica, ecológica, sustentable y holística. Estos métodos han tratado de contraponerse a la influencia que la Revolución Verde ha tenido a nivel mundial en la ciencia y en la educación agrícola.

La agricultura orgánica emplea gran variedad de opciones tecnológicas con el empeño de reducir y hacer recuperables los costos de producción, proteger la salud y la calidad del ambiente, a la vez que intensificar las interacciones biológicas y los procesos naturales beneficiosos.

Los sistemas orgánicos que promueve se basan en las rotaciones de cultivo, aprovechamiento de restos de cosechas, estiércoles, leguminosas, abonos verdes y otros residuos orgánicos, con el consecuente empleo del control biológico de plagas y enfermedades. Buscan evitar el laboreo excesivo, destructor del humus del suelo y facilitador de la erosión, a la vez que aumentar la productividad de la mano de obra, de la tierra y del capital.

A través de estos sistemas y métodos se trata de minimizar la dependencia del abasto exterior de insumos y optimizar el uso de los recursos propios en la producción, presentándose como un camino mucho más compatible con las realidades edafoclimáticas y socioeconómicas de América Latina. No obstante, el paso hacia una agricultura sustentable requiere de un apoyo fuerte a la investigación, la enseñanza y la educación, deficiente aún en la mayoría de los sistemas económicos y productivos.

En Cuba, pequeño país tropical que tuvo un alto grado de dependencia; subdesarrollado, sin recursos energéticos ni una base rica en materias primas y alejado geográficamente de cualquier fuente de suministro, se trata de poner en marcha este tipo de agricultura.

La economía cubana, que es fundamentalmente monoproductora y monoex-portadora de azúcar —actividad de una baja productividad por hombre— se caracterizó fundamentalmente por utilizar gran número de productos de importación: fertilizantes, cereales, combustibles, entre otros. Con el desmoronamiento del campo socialista, la isla se enfrentó a un gran desabasto de estos recursos, resultando una brusca caída de los índices productivos de la rama agropecuaria en general. El país se vio obligado a buscar y desarrollar formas alternativas y autosustentables para subsistir ante la crisis.

Por eso, en la agricultura cubana se encuentran presentes muchos elementos parciales de la agricultura sustentable, aunque no existe como único sistema productivo. En algunos casos se han elaborado planes de desarrollo basados en métodos orgánicos, como es el caso de la ganadería bovina, y se han obtenido ya experiencias en la utilización de insumos nacionales para la producción agropecuaria.

Actualmente se analizan resultados en la productividad ganadera, a partir del reciclaje de materia orgánica y nutrimentos, del aprovechamiento de deyecciones, de la producción diversificada y regionalizada de pastos, del uso de leguminosas y otras opciones de alimentación, tratando de mantener un balance adecuado en la relación suelo-planta-animal.

También se analiza la conversión orgánica de la agricultura cubana a través del uso de abonos verdes, rotaciones de cultivo, medidas antierosivas, producción y uso de abonos orgánicos (humus de lombriz, biotierra, cachaza, estiércoles, etcétera), biofertilizantes (rhizobium, azotobacter, azospirillum, microrrizas y bacterias solubilizadoras de fósforo) y el uso de controles biológicos y bio-pesticidas.

Paso a paso, el objetivo final de Cuba es desarrollar agroecosistemas diver-sificados, capaces de autosubsidiar su propia fertilidad edáfica, la regulación biótica y el incremento de su productividad a partir de las complejas interacciones y sinergismo que emergen mediante la combinación de cultivos, árboles y animales y el desarrollo paulatino de la biotecnología. v


* Este artículo fue elaborado por los investigadores Osvaldo Arteaga Rodríguez, Lázaro Ojeda Quintana, Consuelo Hernández Rodríguez, Elisa Brunet Ramos y Wilfredo Espinoza Aguilera, de la Estación Experimental Escambay, del Instituto de Suelos del Ministerio de la Agricultura de Cuba.